Entrevista a GABRIEL IRAZU
«El objetivo del arte tiene que ser siempre libre e infinito»
Gabriel Irazu nació en Donostia en 1989. Estudia Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid, pero sabe que su verdadera pasión es la literatura. Se dice poeta habitual y contador ocasional de historias, lo que, según admite, podría llevarle a acabar en el mundo del cine. Nos saludamos cariñosamente, pero en cuanto asume el rol de entrevistado, una sonrisa maliciosa se adueña de su boca diminuta: el personaje de enfant terrible se ha apoderado ya de él.
Pregunta: Gabriel Irazu, según tengo entendido, no es su nombre real, sino un seudónimo. ¿De dónde lo ha sacado?
Respuesta: Bueno, el nombre me lo puse cuando a los dieciséis años me presenté a un concurso que me obligaba a entregar mi trabajo con pseudónimo. Escogí Gabriel Irazu en honor a dos de los escritores que más admiro: Gabriel por García Márquez e Irazu por Atxaga (es que en realidad Bernardo Atxaga es un seudónimo, el nombre real del escritor es, precisamente, Joseba Irazu). El caso es que ese concurso fue el primero que gané, así que me quedé con el nombre.
P: Y el hecho de que haya escogido precisamente a esos dos autores, ¿tiene algo que ver con la influencia que hayan podido ejercer sobre sus textos?
R: Pues la verdad es que no. Son dos escritores a los que me encanta leer y a quienes admiro profundamente, pero lo cierto es que no tengo un estilo que beba específicamente de ellos. Evidentemente, algo se me habrá pegado, pero no de manera consciente… Por ejemplo, ese primer cuento o relato del que hablé antes se aproximaba bastante más a algo vanguardista, como podría ser Joyce- salvando, claro, las distancias- que al modo de narrar de Atxaga o de García Márquez.
P: Hasta ahora hemos hablado de los relatos que ha escrito, pero por lo que he sabido también se dedica mucho a la poesía; más, quizá.
R: Sí, de hecho ahora escribo mucho más en poesía. Antes de trasladarme a Madrid para empezar la carrera escribía mucho más en euskera, una lengua en la que me siento más ágil haciendo prosa. De hecho, es que mis versos en euskera son mucho más posmodernistas, más narrativos. Por eso ahora que escribo más en castellano me resulta más fácil hacer poemas que relatos.
P: Su poesía me suena mucho a la Generación del 27, especialmente a Cernuda, Lorca o Alberti aunque también a Neruda.
R: Pues yo no lo creo así, la verdad. Fíjate que yo a la Generación del 27 no la conozco más o menos bien hasta que llego a la Universidad. A los que yo más conocía antes era a los artistas de la Residencia de Estudiantes, compañeros de la Generación. A gente como Dalí o Buñuel. Aunque tampoco creo que ellos estén muy presentes en lo que escribo. Otro que también me gustaba mucho era Miguel Hernández, que tampoco era de los del 27… así que supongo que si ahora mis poemas recuerdan en algo a Cernuda, por ejemplo, simplemente será por casualidad, o algo parecido, porque hasta este año no lo había descubierto.
P: Es totalmente bilingüe, puede escribir tanto en Euskera como en Castellano. Ahora que está en Madrid, ¿se ha limitado más a la lengua que oye hablar aquí?
R: Sí, puede ser. O es, vamos. Cuando empecé a escribir más o menos en serio solía hacerlo a la sombra de los libros que había leído de Kafka, y no sé por qué pero me salía más fácilmente en euskera. Seguramente porque en la ikastola a la que yo asistía era algo que se fomentaba mucho, los concursos de los que se nos informaba solían, por lo general, pedir cosas en euskera.
P: Gabriel, usted es alguien un poco «complicado», ¿no? (risas) Quiero decir: estudió en la ikastola por la rama tecnológica, en la Universidad decidió entrar en la carrera de Comunicación Audiovisual y, además, confiesa que su pasión verdadera es la poesía.
R: Bueno, estudié el bachillerato tecnológico porque pensé que me abriría más puertas, porque me parece mal que con quince o dieciséis años te hagan decidir acerca de tu futuro profesional. Después decidí venir a estudiar Comunicación Audiovisual a Madrid porque me pareció bonita, una carrera en la que hay de todo. En el momento no pensaba en ser director de cine, ni mucho menos, pero ahora quizá me gustaría planteármelo… (risas).
P: Pero qué le tira más hoy, ¿el cine o la literatura?
R: La literatura. Si fuese solo director de cine, habría momentos en los que diría «no, quiero ser escritor»; si me dedicase a la poesía- aunque no en exclusiva, claro está (risas)- también pensaría «no, quiero ser director»… Aunque todo es arte, en realidad, y está relacionado, al igual que lo están también la pintura, la música o, por qué no, la gastronomía… Mi objetivo no está marcado, porque para mí el objetivo del arte tiene que ser siempre libre e infinito.
P: Esto se acaba, ¿me recomienda un libro y una peli?
R: No, te voy a recomendar más cosas, de regalo (risas). Un plato: pasta con salmón, champiñones y nata; una canción: Jail House Rock, de Elvis; un cuadro: cualquier autorretrato de Bacon; una película: El hombre tranquilo, de John Ford; y, por último, un libro: Canto General, de Neruda.